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La osteopatía examina al individuo en su conjunto y busca siempre la causa del trastorno o de la disfunción. Se considera a la persona como un todo, tanto en dónde la estructura (anatomía) y la función (fisiología) son totalmente interdependientes.
La osteopatía considera que la salud depende del mantenimiento de las relaciones adecuadas entre las diferentes partes del cuerpo. De acuerdo con la teoría osteopática, las alteraciones del sistema neuromusculoesquelético tienen relación con la biomecánica del cuerpo, pudiendo influir en su conjunto, en la función natural de los órganos.
La práctica osteopática, mediante las manipulaciones de estructura, músculo y tejido conectivo, abarca disfunciones estructurales, viscerales, neurológicas, endocrinas e inmunológicas. Su objetivo será intentar restaurar el equilibrio mecánico global del individuo (homeostasis).
Una vez identificada y tratada la lesión osteopática el cuerpo puede desarrollar su facultad inherente de devolverlo a un equilibrio saludable.
En principio, la osteopatía contribuye a mejorar cualquier patología en la que exista un trastorno de movilidad, elasticidad y función de alguna de las estructuras del cuerpo humano. Por lo tanto existen muchas dolencias por las cuales es recomendable. Algunas de las más frecuentes son: